El drama económico actual, llevado a los tiempos de la
Primera Guerra Mundial. Los privilegios de clase comienzan a desaparecer y los
títulos nobiliarios ya no avalan
préstamos e inversiones sin dinero. Mientras se prepara la debacle para
los que viven del humo, y se creen con derecho a ello, la mejor manera de
soportarlo es “atornillarse a la silla y
dejar que pase la ola”, como alguno ha dicho en referencia a la situación
actual.
La silla, en aquellos aristócratas arruinados, viene a ser
un balneario en el norte de Italia. Allí, en un lugar remoto, se siguen
esperando herencias y pergeñando negocios imposibles con un ingrediente común:
la negación absoluta de la pobreza en la que se ven inmersos, el rechazo
frontal a la idea de que todo ha cambiado y que en el juego económico hay daños
irreparables que ya no podrán ser rehabilitados.
El denominador común de tan extraños emparejamientos de
personajes, es el dinero. Todos creen
tener el don de convertir la desgracia en dinero; todo se convierte en esperas
fútiles de las que no se podrán salvar restos de naufragios inventados. El
psicoanálisis servirá, así se creía en la época, para curar también este
“complejo de dinero”. Así, seguir los
consejos médicos y esperar es la mejor receta para que todo vuelva a ser como
era.
Y no, no es una novela contemporánea. Se trata de una obra
de 1916. Von Reventlow satiriza el momento que vive. Con una prosa ágil, ligera
y sin florituras, amén de asombrosamente actual, hace una sátira feroz de su
propia cuna y el abolengo del que sus coetáneos hacen gala.
Una autora desconocida para muchos, que a día de hoy es
considerada como autora de culto para un minoritario grupo. Me uno.
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