
La historia parece simple, a
simple vista. Una joven de quince años, Nola Kellergan,
es asesinada en 1975 en Aurora, New Hampshire. En 2008 Marcus Goldman, un
afamado y joven escritor sufre el síndrome de la “hoja en blanco” y acude al
que fue su mentor y amigo desde la Universidad, allá por 1998, Harry Quebert.
Ya tenemos la situación temporal.
La vida de Nola, las preocupaciones de Marcus, su miedo a no volver a poder
escribir, y la amistad que se va
forjando entre Harry y Marcus en los años universitarios de este último. Tres
planos que irán encajando de forma precisa y con gran acierto por parte del
autor.
En la casa de la playa de Harry, Marcus
descubrirá la relación que unía a Nola y a Harry, una inquietante relación entre
una adolescente de 15 años y un profesor universitario de 34. Además, el cuerpo
de Nola, se descubre enterrado en el jardín de Harry. Todo parece apuntar en
una única dirección. Apremiado por su editor, Marcus comenzará a investigar la
muerte de la muchacha con la idea de publicar un libro sobre el caso aunque, en
ocasiones, primará la fidelidad al amigo y a sus secretos.
Pese a que la historia, a veces,
da vueltas sobre sí misma, es una novela de lectura muy entretenida, con giros
argumentales inesperados. Cada personaje es un posible sospechoso y será el
autor el que vaya conduciendo las sospechas del lector sobre cada uno de ellos.
No resulta fácil concluir hasta el final quien será el asesino, o quien ha
participado en el crimen, lo cual es muy de agradecer. Una novela de gran
complejidad, en la que nada queda al azar; cada hilo es perfectamente hilvanado
por el autor y tiene su sentido dentro de la historia.
Como anécdota, los capítulos
están numerados en orden decreciente, desde el 31 al 1. Lo dicho, recomendable
y muy, muy entretenida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿y tú que opinas?