Tres, eran tres, las hijas de Elena; tres, eran tres, y alguna habría buena…
Cosevi, la juiciosa; dangerous, la alternativa; la otra, eso, la otra, la que arrasa con todo sin miramientos y busca la delicia del momento, sin reflexión.
Y con eso, diciéndolo todo, nada viene a decir. El mundo en las letras es la puerta a los sueños de un universo corto de miras, con vocación mutilada en su propia génesis; un desvarío amado y amante, infiel y desabrido que, al cabo, se alimenta de hedonismo y crece en los infiernos de la propia complacencia. Sea pues.
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