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viernes, 11 de abril de 2014

Los años de peregrinación del chico sin color_ Haruki Murakami



¿A qué se enfrenta un hombre sin color, derrotado por la sociedad, por su círculo más íntimo y arraigado?  Se enfrenta a si mismo.
Y si no es capaz de comprender, de entender, las razones de ese involuntario aislamiento, se enfrenta a algo peor: al vacío. Ese vacío que llevará al protagonista al borde de la ruptura más drástica consigo mismo y con el mundo, que hará que el suicidio y la muerte sea la única alternativa.
A partir de ahí, del fondo del vacío, sólo la voluntad le hace levantarse para ir descubriendo su color en el mundo.  Centrado en sus estudios, emerge como un hombre capaz, activo y sobresaliente en su campo.
Durante años, la incertidumbre acerca de lo ocurrido en el pasado le va reconcomiendo; alguna vez buscará la amistad, sin ataduras, y otras veces  buscará  sexo, sin complicaciones también. Elementos necesarios para caminar sin ver el paisaje.
Sólo cuando necesite entregarse por completo, será cuando se vea apremiado a hurgar en el pasado, a descubrir lo acontecido y a bucear en su propia historia. Descubrirá así, la razón de la  segregación a la que se ha visto sometido, sus propias paranoias mezcladas con la realidad que le irán completando los colores de un cuadro pintado en la juventud.
Su pandilla, su sostén juvenil y cordón umbilical con la sociedad, el rechazo al que se ha visto sometido por sus integrantes y todo lo que nunca supo de sí mismo y de lo que él creía el centro de su universo. Los amores adolescentes, las fantasías reprimidas, las curiosas relaciones sociales que se establecen mediante la pertenencia, o no,  a un lugar determinado o la solidaridad que une a personas del mismo sexo, por el mero hecho de serlo.
Todo sale a la luz, únicamente, cuando se vuelve al pozo.

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