Así cayó en mis manos una
novela de Dragan Velikić, de saldo. Se trata de un escritor
contemporáneo, nacido en Belgrado, y no muy conocido por estas latitudes. Había
oído su nombre y tenía ganas de leer algo de él.
Y en este texto, nos cuenta cómo nos marca dónde nacemos.
Labud Ivanovic muere fuera de su patria y su legado es una obra literaria, “Cisma”.
Los otros dos en el tablero, Damjan Savic y el profesor americano que viaja a
Europa para realizar una investigación con la que sustentar su propia novela,
apoyado en tres escritores europeos, un yugoslavo, un rumano y un húngaro. Casi
parece un chiste.
También nos habla Velikić de cómo nos puede influir un punto
de encuentro. Trieste, la ciudad de encuentro para entender la realidad de
Europa, el germen sin el que no sería posible entender nada, o casi nada.
La novela nos sumerge en la historia de Yugoslavia, nos muestra
lo que ahoga al escritor, al autor. Nos habla de otros tiempos, sin los que no
sabríamos navegar en el nuestro. Nos habla de dónde venimos, de la Europa que
se forja y de sus razones.
Tal vez, en sus abismos, también nos hable de a dónde vamos.
Tal vez.
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