
Son los ojos de las mujeres negras americanas, sirvientes,
descendientes de esclavos y esclavas, las que en esta obra de ficción, nos dan
una visión trágica y cómica, de cómo aceptar un negro destino para quien el
destino, llamado genética en este caso, hizo negro.
La valentía de un grupo de mujeres, da igual si blancas o
negras, hace saltar por los aires el ambiente de calma racial que se respira en
un pequeño pueblo de Misisipi. Jackson se convierte en un hervidero de
activistas que nunca pensaron serlo.
Y lo son a través de
lo cotidiano, que se convierte en extraordinario cuando una joven blanca, del
mismo pueblo, hija de un terrateniente del algodón, decide dedicarse a la
escritura y su editora, judía para más inri,
le propone un tema tabú hasta ese momento: las vivencias de las criadas negras
en las casas de los blancos.
Dado que ninguna querrá hablar, temiendo por sus trabajos e
incluso por su integridad física, la joven Skeeter únicamente contará con la
complicidad inicial de Aibileen, una criada negra respetada por toda la
comunidad. Poco a poco, Aibileen conseguirá más testimonios para el proyecto, a
la vez que ambas afianzan una sincera amistad.
Mientras tanto, la pérfida de Hilly, amiga íntima de
Skeeter, tratará de hacerle la vida imposible a la antigua sirvienta de su
madre, Minny, y a la propia Skeeter.
Para reir a ratos y llorar otros
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