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miércoles, 11 de noviembre de 2015

El Invencible_Stanislaw Lem

Ciencia ficción, sí, es ciencia ficción y de la buena. Pero es una ciencia ficción desgarradoramente humana, plagada de sensaciones, sentimientos e, incluso, dilemas morales.

Sólo un maestro como Stanislaw Lew es capaz de recrear, de una forma tan densa y a la vez tan liviana, un relato de ciencia ficción tan detallado, tan específico en circuitos robóticos y campos electromagnéticos, conjugado con las conexiones neuronales humanas y las insondables reacciones de eso que, dicen, es el alma del ser humano.

La novela narra el destino y los avatares de una expedición a bordo de “El invencible”, una nave tecnológicamente dotada de los mayores avances y orgullo de su tripulación, que llega al planeta Regis III con la misión de rescatar o, al menos, conocer el destino que ha tenido “El Cóndor”, una nave gemela que ha desparecido allí sin dejar rastro.

En un tono gris, dramático y pesimista, Lem va desarrollando la trama desde la imponente llegada de la nave, desplegando todo su poderío y haciendo pensar que hace honor a su nombre, hasta el descubrimiento de que no es un planeta deshabitado, al menos no del todo.

Con  la seguridad de una victoria, aún pagando un alto precio, los hombres se envalentonan, se sienten capaces de encarar cualquier adversidad con sus equipos, con una reunión de intelectos trabajando para conseguir un mismo fin.

[…] ¿Cuántos fenómenos similares, misteriosos, incomprensibles para el hombre encierra el universo? ¿Iremos por ventura a recorrer con nuestras naves todo el cosmos, llevando a bordo nuestras poderosas armas destructivas, con el propósito de aniquilar todo cuanto esté más allá de nuestro entendimiento? […]

Y a partir de ahí, sin dejar de ser ciencia ficción de la buena, reitero, surge la reflexión filosófica, humanista, acerca del bien más preciado que creemos poseer y que hace que, como raza, nos hace creer que somos superiores o que tenemos la semilla de lo sublime: la inteligencia.

Y, como tal, el hombre es capaz de enfrentarse a otra inteligencia y, llegado el caso, podría admitir la derrota ante un oponente desconocido con una inteligencia superior, más desarrollada. Pero, ¿qué ocurriría si la humanidad se ve enfrentada a un ente sin capacidad cognitiva, al que no es capaz de derrotar? ¿Qué pasaría si la inteligencia, si la racionalidad no es lo único que existe y no es lo supremo?

[…] No nos está destinado todo el universo, no todo cuanto existe nos pertenece […].


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