Una novela de amor. Sí. Una novela de viajes. Sí. Una novela
costumbrista. Sí. Una apasionante historia de superación, de ciencia y de
investigación. Sí, también. Todo esto se
reúne en este libro, plagado de guiños a personajes históricos, a grandes
pintores, y a la curiosidad de un lector ávido de ir más allá, de descubrir más
acerca de lo que le han contado.
Dos hermanos, humildes vidrieros en Manacor marchan en busca de fortuna hacia las
desconocidas tierras de la Polinesia. En el barco que hace la travesía conocerán a dos hermanas, hijas de un cónsul casi
desterrado. Una epidemia en el barco, unirá sus destinos para siempre. Los dos
hermanos, muy diferentes entre sí, se enamoran de una de las hermanas y ese
amor será la cruz y la dicha de los tres. Ese sentimiento que les hará sufrir y
que entrelazará sus vidas.
Los herederos de aquellos pioneros viven, en el presente,
una lucha de poder que llevará a uno de ellos a seguir la pista de un cuadro;
una pintura, aparentemente, atribuible a Gaugin, nada menos. La muerte de la
matriarca de su imperio, dedicado al cultivo de perlas, desatará una feroz
contienda en la que se verán involucrados los cuatro herederos.
A través de las distintas voces que narran la historia, los
lectores viajaran con los personajes, conocerán el glamour de París, el mar
amable de Tahití, las heladas aguas de Japón y las cristalinas calas de
Menorca. Una constante, tal vez no buscada por la autora, pero una constante:
el mar. Ese extraño compañero que da vida y reclama vida.
En definitiva, una apasionante novela que narra en paralelo
dos historias: una en el pasado y otra en el presente; una historia
contemporánea, todo lo contemporáneo que pueda ser 1930, y una historia
evocada, allá por el año del señor de 1890.
La autora consigue, con un lenguaje sencillo, pero elegante,
que sea el lector el que vaya moldeando a cada personaje. Algo que parece
fácil, pero que sólo quien ha trabajado unos personajes a fondo, es capaz de
llevar a cabo.
Como anécdota, coincido plenamente con fascinación que causa
Friedich y “El caminante sobre un mar de nubes”. Y me fascina tanto, que he dudado si
acompañar estas impresiones con la portada del libro o con la reproducción de
la pintura aludida.
Una lectura, por tanto, recomendada para disfrutar de una
gran historia y recomendada, además, para descubrir el apasionante mundo de las
perlas, amén de pequeñas y deliciosas curiosidades.
…y en esas curiosidades andaba cuando he ido tenido que
dejar de leer un rato para ir a recuperar, de los estantes olvidados de mi
estudio, L’Encycopédie Diderot et D’Alembert.
Un gusto de novela y un gusto la estela que deja tras de sí.
Compruébenlo.
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