Amantes todos de la intriga, de las pistas dudosas, de las
órdenes secretas, de las tramas que no son lo que parecen, de los personajes
ambiguos… ¡esto es para nosotros!
A la muerte de su padre, Carla y su hermano, han de volver a
la última morada de este para terminar asuntos pendientes y arreglar los temas de la herencia. De la
nada, o casi, reaparece un antiguo novio de Carla, que se ofrece para
acompañarla y apoyarla en esos duros momentos.
A partir de aquí, todo se precipita. Carla se verá impelida
en la búsqueda de pistas que abran otras pistas sobre quién fue su padre y la
organización a la que pertenecía, quiénes son los amigos, quiénes los enemigos
y, sobre todo, quienes son los traidores.
En ese periplo procurará respuestas en algún país de Europa,
recalará en Roma y, como no había de ser de otra manera, topará con la Iglesia.
Pero volverá a España, y debajo de cada piedra descubrirá
otras, y debajo de cada inscripción se revelarán las premisas de otras verdades…
Y yo, que reniego de las copias y de las modas, porque
también en literatura hay modas e historias que se repiten con distintos
personajes, he de decir, y digo, que esta es igual pero distinta.
Es distinta porque está bien hecha, hay calidad literaria;
el autor se permite hacer saltos en el tiempo, de forma bien estudiada y de
manera que no parezcan historias diferentes. Es distinta porque los personajes,
bien construidos, nos enganchan desde que se presentan en nuestras vidas, desde
el primer momento queremos saber más de ellos, que en cada página se hable de
todos y cada uno para poder seguirles; queremos, incluso, seguir conociendo y
que nos sigan acompañando los que van desapareciendo. Es distinta porque no hay
lagunas en la historia, no hay saltos que nos dejen colgados en ramas que no son
del mismo árbol.
Y hay, sobre todo, un elemento que nos hace identificarnos más
aún con los personajes y con la historia: la cercanía de lo reconocible. Los
lugares son reconocibles, las profesiones son habituales, los nombres de las
calles son los nuestros, en los bares se toma lo mismo que en los de nuestro
barrio cuando salimos de cañas. Tanto así, que he pensado en coger el coche y
acercarme al más próximo de esos lugares para ver si es verdad que hay, o no,
un pasadizo.
Por lo dicho y por todo lo que, además, os vais a encontrar….¡hay
que leerla!
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