Para celebrar su excarcelamiento , su hermana organiza un fin de semana en un caserón situado en territorio de la antigua RDA, con un grupo de amigos, al menos conocidos, de su última época de libertad.
No llegaremos a saberlo, el autor lo esconde tras una magistral ambigüedad, si mereció la pena, si se arrepintió; si los ideales que perseguía, aún con la dureza del método empleado, se mantienen para Jorg en la actualidad, o todo se reduce a algo tan simple como que una fatal enfermedad se cruzó en su camino y necesita el aire fresco de la libertad para acabar sus días.
No llegaremos a saberlo, el autor lo esconde tras una magistral ambigüedad, si mereció la pena, si se arrepintió; si los ideales que perseguía, aún con la dureza del método empleado, se mantienen para Jorg en la actualidad, o todo se reduce a algo tan simple como que una fatal enfermedad se cruzó en su camino y necesita el aire fresco de la libertad para acabar sus días.
Todo es diferente cuando sale; todos han cambiado, nada tiene el mismo sentido, la misma intensidad ni las mismas motivaciones. Cada cual ha seguido un camino y cada cual va revelando su evolución. Sin embargo, hay alguien que aún pretende que siga siendo un abanderado de la revolución. Se debatirá, aunque no será Jorg quien lo haga, si es conveniente o no seguir según qué pasos.
Schilink juega con cortinas de humo, cada uno parece ser algo que no es; cada paso adelante es una posible vuelta atrás para, finalmente, llevar al lector al lugar preciso que el autor desea.
Simple en su forma, conduce al lector a una espiral de pensamientos encontrados y, en algunos casos, aterradores.
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