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sábado, 11 de julio de 2015

Una historia verdadera basada en mentiras_Jennifer Clement



Una historia con otras historias; una historia nutrida de otras historias, como los árboles que se nutren de todo lo que les proporciona el terreno donde crecen.
La historia de Leonora, una niña-escoba de sangre indígena, se alimenta de las vidas y de las historias de aquellos que la rodean.
En un ambiente femenino, en ocasiones agobiantemente femenino, Leonora va desgranando los retazos de su propia vida. Educada en un convento de monjas, es llevada a servir a la casa de los O’Conner.
Allí, su familia serán Sofía, la sesentona sabia con la que compartirá cuarto, además de confidencias y Josefa, la sirvienta que se expresa a través de una única palabra para cada ocasión porque, como cree Leonora, es tan lista y tiene la cabeza tan llena que expresa todas sus ideas a través de una palabra, como un símbolo conceptual. La sabiduría de estas dos mujeres será el sustento de Leonora para sobrellevar su juventud y su embarazo.
Será el Sr. O’Conner quien, tras dejarla embarazada, la quiera a su manera y en la distancia y quien decidirá que se quede en la casa, junto con su hija, que será tenida por hija de la familia y a la que no le faltará de nada. Será la Sra. O’Conner la que, enferma de rabia y celos, tenga, tal vez, el papel más difícil de asumir criando como propia a la hija de su sirvienta y tolerando su presencia en la casa.
Dos serán los narradores, la propia Leonora y Aura Oliva la que, aunque ella misma lo desconoce, es su hija, su propia sangre. Los narradores son dos, lo he dicho ya, pero puede que sean más, la mente de Leonora es un narrador más, distinto; sus pensamientos, absolutamente poéticos son un narrador singular; y la propia Josefa, la de una palabra para cada pensamiento, podría serlo también, un narrador conceptual, casi disperso.
Una prosa rítmica, con cadencia, que juega con los árboles y la naturaleza, y los mitos y las crueles verdades de una sociedad profundamente asentada en la desigualdad; una prosa suave que desgarra y en la que se intercalan, como sanadores vendajes, pequeñas piezas de poesía que esperan su hora para convertirse en una gran oda.

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