Y así fue como sin saber, intuimos y como sin entender, comprendimos…
Una trama que parece, a primera vista, incompleta. Sin
embargo no es, ni mucho menos, tal. Se trata de algo más, algo difuso, algo que
se queda en el aire después de su lectura.
La historia, bien planteada, nos habla de un misterio por
resolver, de varios momentos importantes y distintos en la vida de Beatriz, la
protagonista, que hilan una historia de
misterio alrededor del hallazgo de unas piedras preciosas. Un thiller o, mejor
dicho, que para eso tenemos un término en español, una novela de suspense.
Esos saltos en el tiempo, que parecieran descabellados o sin
solución de continuidad, no se entienden hasta el final. Es ahí donde se
descubre todo, la gran verdad que nos rodea en estos tiempos tan henchidos, e
hinchados, de información; en los que, creemos, poseer la verdad, toda la
verdad. No sólo hay blanco y negro; entre medias, hay una infinita gama de
grises que cada uno percibe a su manera.
A la par que un tratado de gemología, bien documentado y
mejor explicado, es una novela recordatorio. Nos devuelve a nuestro humilde
origen, al de cada uno, y nos cuenta lo que hemos querido olvidar: somos
limitados y nuestra cognición no puede,
ni tiene por qué, abarcarlo todo.
Una prosa distinta, a veces recargada, pero llena, como
siempre lo hace esta autora, de una sensibilidad especial, de una dulzura en la
palabra que salta del personaje al lector.
Salvando las distancias, de género y estilo, me ha recordado
mucho al “El invencible”, de Lem: la Humanidad es grande, somos grandes, pero
no omnipotentes…y esa, precisamente, es
nuestra grandeza y nuestra debilidad.
De los personajes, me quedo con Don Ulpiano…, uno de esos
que, con decir mucho, no lo ha dicho todo.
me has dado una gran idea para san jordi
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