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domingo, 11 de marzo de 2018

La ceremonia del adiós_Simone de Beauvoir



La real, la dura y misma vida real. Ese es el argumento único del escrito que se inicia allá por 1970 y finaliza a la muerte del filósofo Jean Paul Sartre.
En primera persona, Simone de Beauvoir nos cuenta una etapa de su vida, salpicada de anécdotas, viajes y entrevelados amores a dos e, incluso, tres bandas.
El hilo conductor del texto es el declive físico e intelectual de Sartre, su gran amante, amor y amigo; declive vivido con rabia, con desesperación y, finalmente con lo único que cabe, con cierta resignación.
Mientras se desgrana el lento avance de la enfermedad y sus secuelas, ella nos habla de la relación que existe entre ellos, esa comunión íntima que comienza cuando se conocen en La Sorbona en 1929, y cómo esa relación determina la que tienen con los demás; la devoción absoluta de Simone hacia ese hombre poco agraciado, pero tremendamente atractivo para ella.
Sentimos el espíritu luchador de un hombre que trabajó en sus proyectos hasta sus últimos días, que no se resignó a dejarse morir; y sentimos cómo una mujer, de una altura intelectual similar, luchó con toda su alma por hacerle más fácil el último tramo del camino.
El existencialismo descarnado de su obra, llevado a la única máxima real que conocemos: “Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá. Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tanto tiempo”.

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